Como todo ser vivo las abejas se proveen su propio alimento; sin embargo, en ciertas épocas del año esta acción se les dificulta, de ahí la necesidad de suministrarles artificialmente dicho alimento, especialmente entre los meses de mayo a septiembre, época en la que hay escasez de comida.
Es por ello que muchos apicultores optan por hacerlo en forma artificial para que su producción de miel no se vea afectada, mucho menos la salud de las abejas; por lo que el suministro es azúcar morena y agua más vitaminas.
Jorge Escobar, coordinador de la agencia de extensión del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA), en La Reina, aseguró que la alimentación no necesariamente tiene que ser artificial, sino que puede ser de miel de otras colmenas o miel que ya se tenga almacenada.
Afirmó que la práctica de alimentación artificial en las colmenas dependerá del lugar donde esté ubicado el apiario y de la diversidad de árboles que producen néctar, como ejemplo laurel, almendro de río, mango, conacaste negro y blanco, aceituno, carao, carreto, cerezo, madrecacao, pepeto, San Andrés, marañón, nance, entre otras especies de árboles que se encuentran dentro del territorio.
Manuel Ángel Ayala, apicultor del cantón El Tigre, municipio de La Reina, inició “la alimentación a mediado de mayo, ya que las abejas necesitan la ayuda de nosotros los apicultores para subsistir y alimentar sus colmenas, utilizo sustitutos similares al néctar como lo es la azúcar morena y agua”.
Dicho alimento lo provee a las abejas cada 15 días, introduciendo en las cajas una bolsa de “charamusca con dicho jarabe, además en la alimentación suministra vitaminas para fortalecer las abejas, aplicando 5 ml de Promotor L47, el cual es un suplemento nutricional a base de aminoácidos y vitaminas que ayuda a corregir los desequilibrios y escasez de deficiencias nutritivas, así como para incentivar la postura de la reina.
Asevera que gracias a la asistencia técnica especializada ha logrado tener buenos resultados en su primer año de cosecha, pues “de 31 colmenas, logré cosechar 300 botellas y vendí a un precio de $5 dólares localmente, siendo la apicultura mi segunda fuente de ingresos, ya que mi fuerte es la albañilería, luego soldador y la agricultura”, dijo Ayala.
Otro apicultor es Saúl Osmaro Avelar, quien posee tres apiarios en diferentes municipios: La Reina, Tejutla y San Francisco Morazán, y tiene un total de 60 colmenas.
Explica que la alimentación que le brinda a las abejas difiere en los municipios, ya que el apiario ubicado en el caserío Metayate, en La Reina, inicia la provisión de comida en julio, y los otros dos ubicados en Tejutla y San Francisco Morazán empezó en mayo.
“Yo tengo una ventaja en el caserío Metayate, porque hay muchos árboles de morro que aún florecen y gracias a esa bendición, por el momento, mis colmenas no necesitan alimento artificial”.
Avelar calcula que se ahorra tres quintales de azúcar; además, manifestó que la asistencia especializada le ha favorecido para lograr sacar 4 cosechas en la pasada temporada que comprendió desde el 15 noviembre hasta febrero que comercializó a $ 5.00 la botella. En esta temporada cosechó 5 barriles de miel.
Se estima que un barril contiene 280 botellas a un ingreso total de 1,400 botellas de miel cosechada, que vendiéndola al consumidor final obtendría un estimado de $7,000.00.
Desde hace siglos las abejas han contribuido a mantener el ecosistema de la tierra en forma sostenible a través de la polinización; además proveen alimento como la miel a los seres humanos. Y nuestro país ha tenido una apicultura aceptable exportando miel de buena calidad, especialmente a países europeos.
Las prácticas de manejo que realiza Manuel y Saúl, han logrado que el producto comercializado sea reconocido a nivel de territorio de buena calidad, olor y sabor.