María Estela de Rivera y Francisco Rivera son una pareja de esposos que se dedican a las actividades agrícolas en el cantón Los Naranjos, municipio Las Vueltas, en Chalatenango, quienes por años han resguardado diferentes variedades nativas de granos básicos, las cuales se adaptan a las condiciones agroclimáticas del lugar.
Ellos son una pareja laboriosa que ha dedicado esfuerzo y tiempo para preservar sus variedades que por años han conservado como: maíz sintético, sorgo CENTA-RCV, maicillo piña, maicillo mano de piedra, maíz raquiz, maíz blanco, CENTA Pasaquina, maíz sapo, frijol corrella de cama y frijol vaina rosada.
Los esposos Rivera son atendidos por la agencia de extensión del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA) en Chalatenango, y este año participaron en el intercambio de semillas criollas que se llevó a cabo en la cancha del municipio Las Vueltas, actividad que fue coordinada por la agencia y el gobierno local.
“Año con año guardo la semilla para no perderla y siembro una tarea de cada una para luego compartir, ya que las semillas criollas tienen la ventaja que la puedo seleccionar y almacenar para utilizarlas en futuras siembras”, dijo María Estela de Rivera.
Agregó que “la que más tiempo tengo de tenerla es la variedad CENTA Pasaquina con más 17 años y me gusta, porque posee resistencia a sequía, aguanta a plagas y enfermedades, su mazorca en bien cholotona y la tortilla es rica”.
Asimismo, su esposo opina que mantienen la semilla criolla, debido a que es una alternativa muy importante por su resistencia al cambio climático y, aunque su producción sea baja, pero tienen garantizado su maíz, frijol y maicillo. “Con mi esposa la seleccionamos y reproducimos en el campo, ya que están adaptadas al suelo y clima”.
Othmaro Alvarado, técnico de la agencia, dijo que ellos aseguran su semilla para su consumo y la resguardan en bolsas plásticas o herméticas, “La productora es la que lleva la rienda en el campo y trabaja de la mano con su esposo para sacar adelante los proyectos de seguridad alimentaria”.
“La pareja compartió en el intercambio de semilla 2 libras de maíz sapo, las cuales serán reproducidas por agricultores que participaron en dicha actividad y esperamos continuar el próximo año con la iniciativa del rescate de las semillas criollas”, dijo Alvarado.
Con este proceso se prevé la multiplicación de semilla local para el beneficio de más familias productoras y se promueva la creación de bancos locales de semilla criolla.